Que se meta el tamboril y la flauta por… ¿El Bosco?

Detalle del panel izquierdo de "El jardín de las delicias"

La semana pasada publiqué un artículo en El Faro Astorgano relativo a una escena singular de un Cuadro del Bosco.

«Qué nadie se ofenda por el título transgresor de este artículo, su intención es llamar la atención del apresurado lector de titulares y conducirlo a conocer algo más de nuestra historia y como no, viniendo de mi, de la flauta y el tamborínPues bien, hace pocos días tuve la oportunidad de visitar el madrileño Museo del Prado y deleitarme con todas las grandes obras allí reunidas. Tras recorrer gran parte de las salas me topé con una dedicada al pintor holandés Hieronymus Bosch, más conocido como El Bosco. Inmediatamente me llamó la atención su obra más conocida, “El jardín de las delicias”. Se trata de un tríptico compuesto por tres tablas pintadas al óleo, que pueden plegarse sobre la tabla central formando otra escena.

Tras unos minutos de contemplación, a poco más de un metro de la obra, mi atenta mirada recayó sobre un instrumento muy familiar para mí, se trataba de un tamboril de color azul que toca con la mano derecha una especie de rata con patas de pájaro. Dentro del tamboril se encuentra un hombre encerrado al que se ve la cara a través de una pequeña trampilla. Y justo a lado aparece un hombre sodomizado por una flauta de tres agujeros de la que solo vemos los dos anteriores pues el agujero posterior queda oculto por el propio fuste de la flauta. A su vez este hombre porta a modo de cruz una flauta barroca de grandes dimensiones que toca un infiel demonizado.

Tras esta somera descripción podemos explicar el descabellado título de este artículo, pero, ¿qué explicación tiene esta escena inverosímil?, ¿qué motivó al Bosco a plasmar tal composición?

Un análisis general del cuadro quizás pude ayudarnos a comprender la bochornosa situación del desdichado tamboritero.

Por lo que sabemos el “Jardín de las delicias” representa en su panel izquierdo, el paraíso, en el central, la lujuria y en el derecho , el infierno. Este último panel se encuentra organizado en varios niveles en el que se exponen el castigo de los pecados y las faltas de la sociedad bajo-medieval. La parte superior del mismo aparece dominada por el infierno de fuegos. En la zona media destaca la figura del hombre-árbol, en el que algunos ven el autorretrato de Hieronymus Bosch y otros al mismo diablo, rodeado de patinadores desnudos sobre una fina capa de hielo que se desquebraja a su paso.

Y en la parte inferior, la más llamativa, nos encontramos con el infierno musical. En éste nivel, instrumentos musicales de proporciones gigantescas (laúd, arpa, zanfoña…) se transforman en instrumentos de tortura de los condenados.

Según los críticos, en esta escena, quiere verse una condena de la música profana, que se asociaba frecuentemente a la lascivia y que hoy parece algo impensable.

Pero el que aparezca el inseparable binomio de flauta y tamboril en esta obra pone de manifiesto la importancia que tenían en la música profana estos dos instrumentos en la Europa de la época, finales del siglo XV.»

David Andrés, el tamboritero de Astorga

4 Responses to Que se meta el tamboril y la flauta por… ¿El Bosco?

  1. javimazaira dice:

    Genial, Andrés

  2. Silvia dice:

    Un artículo brillante David. Vaya vista con lo grande que es el cuadro este!

  3. maragato dice:

    El Bosco no creyó que su cuadro tuviera fieles seguidores:

  4. jaajajajaja, vaya crack el tio. Como hace para soltar tal cantidad de ventosidades??

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